Beneficios de la santificación

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Santiago exhorta a la iglesia a purificarse continuamente de la contaminación del pecado para poder acercarnos a Dios.

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Beneficios de la santificación

Santiago 4:7–10 (RVR60)
7Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 9Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. 10Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.

Introducción

La vida cristiana es un proceso de continuo aprendizaje y santificación para mantener el fervor espiritual que le permitirá mantenerse firme en la fe.
Quien descuida la vida espiritual pensando que ha logrado la santificación definitiva, sutilmente comenzará a desanimarse, dejará de buscar y servir a Dios.
Satanás nunca descansa de acosarnos para hacernos caer: 1 Pedro 5:8Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.
Esta es otra razón por la que debemos estar constantes y vigilancia de la vida espiritual.
El apóstol Santiago (hermano de nuestro Señor Jesucristo) nos ofrece estos consejos que más que una sugerencia son un mandato de Dios para permanecer firmes en la fe.

Someterse a Dios y resistir al diablo

Santiago 4:7Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Nos ofrece dos consejos que van de la mano, y el primero nos ayuda a cumplir el segundo.

Sometemos a Dios:

El cristiano lucha con la carne para someterla a la voluntad de Dios…
prefiere guiarse por sus razonamientos, experiencias y gustos, y lo quiere presentar como la voluntad de Dios.
La Biblia nos exhorta a morir a nosotros mismos:
Gálatas 5:24Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Cambiar nuestra manera de pensar:
Efesios 4:22–2322En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23y renovaos en el espíritu de vuestra mente.
De manera que someterse a Dios consiste en humillarse, obedecer y sujetarse a sus mandatos.

Resistir al diablo:

Satanás se entromete con nosotros constantemente para hacernos tropezar.
Sometemos a Dios nos da la capacidad para resistir. En este caso no somos llamados a pelear sino a resistirlo, no ceder a sus tentaciones y provocaciones.
Satanás ya ha sido derrotado por el Señor: Colosenses 2:15y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Satanás no nos ataca provocándonos a caer en pecados escandalosos, sino se disfraza de ángel de luz para poner tropiezo en pequeñas cosas como celos, codicia, enemistad, orgullo, malos entendidos o falsas doctrinas.
Otras de sus artimañas es que interpretemos mal la Biblia para nuestra conveniencia: 1 Timoteo 4:1Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;
Cuando nos sometemos a Dios podremos resistir al diablo, de manera que no tendrá otra alternativa que dejarnos en paz.

Limpieza espiritual

Santiago 4:8Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Santiago usa la limpieza como figura de la santificación.
Los fariseos acosaban a Jesús porque sus discípulos no cumplía con el lavado de manos:
Mateo 15:2¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
En el antiguo testamento, el pueblo de Dios debía santificarse de las impurezas ceremoniales lavándose con agua. Habían dos métodos de purificación: el agua que restauraba y el fuego que destruia.
Los sacerdotes debía lavarse las manos y pies antes de entrar al santuario.
Jesús usó esta figura al lavar los pies de sus discípulos: Juan 13:10Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.” La santificación de Cristo es eficaz para limpiar de pecado, pero es nuestra responsabilidad mantener la santificación de la carne (lavado de manos y pies)
Los fariseos habían convertido el lavado de manos en una regla legalista, sin tomar en cuenta las intenciones del corazón.
Dios dejó estas leyes a su pueblo con dos propósitos: El pueblo de Israel habitaba en la tierra Santa donde Dios exigía limpieza y orden. Pero también es símbolo de la limpieza espiritual que es la santificación, limpios de toda impureza de pecado.
Cuando hay santificación espiritual, se verá reflejada en la apariencia externa. Cuando nos preocupamos por la limpieza exterior es porque tenemos la disciplina de apartar tiempo para ello. Así mismo se necesita tiempo y disciplina para la santificación.
El lavado de manos físico no tiene ningún valor si en nuestro corazón hay suciedad moral, pero si en nuestro corazón hay limpieza moral, se verá reflejado en un cuerpo limpio.
“Un cristiano no podrá andar sucio a propósito.”
2 Pedro 2:22Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Esta limpieza es un proceso de santificación que va reemplazando los pensamientos mundanos pecaminosos por la Palabra de Dios que nos santifica.
Salmo 119:9¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
Juan 17:17Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Llenar la mente de la Palabra purifica los pensamientos.
Purificad los corazones los de doble ánimo:
Los de doble ánimo son los que quieren buscar a Dios pero también les gusta las cosas del mundo.
Santiago 4:8 (La Biblia de Estudio: Dios Habla Hoy) “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. ¡Limpiaos las manos, pecadores! ¡Purificad vuestro corazón, vosotros que queréis amar a Dios y al mundo a la vez!
Esta es una batalla que enfrentamos los cristianos, dividir nuestro corazón en amar a Dios y las cosas de mundo.
El Señor enseñó que esto no es posible:
Mateo 6:24Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
La idolatría hoy día es amar las cosas del mundo, este es un pecado que Dios aborrece. Efesios 5:5Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Purificar los corazones significa cimentar nuestras convicciones en la fe que es Cristo Jesús. La vida espiritual sea lo más importante.
Santiago 4:9Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
El mundo rie, busca alegría y placer para satisfacer los placeres que exige su carne, no tiene la intención de clamar y humillarse para buscar a Dios.
Esta búsqueda infructuosa los lleva a la desilusión e insatisfacción que produce amargura y dureza de corazón.
Santiago nos exhorta a dejar por un momento los deleites y placeres, para afligir nuestra vida delante del Señor con arrepentimiento y llanto, con el propósito de invocar la misericordia del Señor y alcanzar su misericordia y favor.
Esta actitud producirá frutos de gozo y paz verdaderos.
El Señor promete: Salmo 34:18Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva a los contritos de espíritu.

Conclusión

Santiago 4:10Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Santiago finaliza con la promesa gloriosa, quizá ahora llores delante del Señor, pero llegará el momento en el que Él te exaltará y todo tu lamento y llanto se convertirá en gozo y alabanza.
Dios te levantará por sobre aquellos que se burlaban de ti: Salmo 27:6Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.
Purifiquemos nuestras vidas, así como procuramos bañarnos y asearnos todos días, así también procuremos una higiene espiritual disciplinada para poder presentarnos delante de la presencia de Dios.
Salmo 24:3–4¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
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