Es fuente de gran consuelo saber que todos los gobiernos de la tierra están sujetos a Dios, quien los gobierna y controla según su propósito y voluntad (v. 1). Razonando de mayor a menor, esto nos lleva a la conclusión de que el Señor también gobierna todo lo demás. Nada puede oponerse a Su voluntad (v. 30). Consuélate con esta verdad de que todos los corazones y todos los caminos de los hombres fluyen de acuerdo con la dirección divina. Esto nos impulsa a pedir una fe mayor e infantil en Su trato con nosotros, y que no pequemos contra Él endureciéndonos contra Sus providencias. Confiar en el Señor siempre es lo más sabio. ¿Cómo puedes crecer en humildad y temor ante este Señor soberano?