Recordar para recibir perdón
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Introducción
Introducción
Algunas personas afirman que si Dios existe es un ser sádico y que se complace del mal. Las preguntas mas frecuentes respecto a su existencia radican en cuestionamientos acerca del sufrimiento y porque permite que ciertas cosas “malas” nos pasen. Lo que llamamos “mala racha” a veces también es interpretado desde un punto de vista similar, como si Dios estuviera tramando un plan malevolo para amargarnos la existencia. De hecho quien piensa o razona de esta manera casi siempre termina amargandose.
Si observamos con detenimiento el curso de la narrativa del verso 19 al 36 del cap. 1, nos daremos cuenta como la historia parece ir de mas a menos. De algunas tribus se nos dice que el Señor estaba con ellas y les dio la victoria pero de otras simplemente se nos dice que fracasaron en su intento de expulsar a sus enemigos. El cap. 1 no nos da mas pistas o claves para descifrar porque algunos podían vencer y otros no. Sospechamos tal vez que puede ser por el tipo de tribus al que se enfrentan pero no estamos seguros. Es más la tribu de Dan fue puesta en retirada hasta una región montañosa.
Sin embargo el cap. 2 nos da la pista de interpretación en sus primeros versos. Se trata del pueblo de Dios rompiendo su pacto con Él. El pacto que Dios hizo incluía obediencia, esto quería decir que tenían que consagrar al anatema a las naciones a la que llegaban. Pero esto no pasa en el relato de Adoni Bezeq (lo perdonaron) ni tampoco pasa en el relato del hombre de la ciudad Betel (v.23 cap. 1), un ejemplo mas está en la actitud de la tribu de Manasés al someter a trabajos forzados a los cananeos lo mismo que la tribu de Zabulón. La consecuencia de esto dice el Señor es que no va a expulsar a esta gente de sus tierras y que ellos le haran la vida imposible al pueblo de Israel además de que sus dioses les van a ser una trampa. Esto provoca que el pueblo llore a gritos y ofrezcan sacrificios al Señor (actitud ante la denuncia del pecado).
La importancia de recordar
La importancia de recordar
El salmista dirá en el Salmos 103:2
Alaba, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
para pasar a enumerar todos los beneficios del Señor. Parece en el cap. 2 que el Señor tiene que recordarle al pueblo lo que hizo por ellos pero no en el pasado inmediato ¡sino remontandose hasta Egipto! Dios les reclama que Él si se ha acordado de ellos y del pacto que hizo con ellos el cual incluia que derribaran los altares y no hacer alianzas con las personas de aquel pais (Éxodo 34:13 “Derriba sus altares, y haz pedazos sus piedras sagradas y sus imágenes de la diosa Aserá.” ) Por lo tanto ahora van a ser expuestos al castigo con la esperanza de que recapaciten (asi lo deja ver del v. 20 al 23).
De la generación previa se nos dice que tuvo muchas fallas pero a pesar de esto tenía en alta estima el acompañamiento del Señor. Sin embargo la generación de Jueces es una generación que ya no recuerda al Señor y mucho menos alguno de sus beneficios. De la misma manera puede sucedernos algo similar a nosotros. Dios sigue actuando tal y como lo demuestra el v. 16, pero nosotros podemos caer en el mismo error del v.17. No escuchar, idolatrar a otros idolos y apartarnos del camino. Pareceria que aqui hay un camino logico, la incapacidad para oir hará que intentemos idolatrar a otros dioses. En este punto me gustaría recalcar que en la historia de jueces un simple efod (pechera o chaleco sacerdotal) fue suficiente para apartar al pueblo de Dios. Tras la idolatría comienza el apartarse del camino y tras esto, la desgracia.
Este error no es algo que terminará en cuanto nosotros muramos, al contrario es algo que se va a perpetuar en las siguientes generaciones. Mucho se habla de que nacer en cuna cristiana no es garantía de nada. Pero poco se dice de que, una vida familiar que se conduzca con temor a Dios puede asegurarnos que nuestros hijos nunca se aparten del camino. Para el narrador de jueces, cada generación que aparece es peor que la anterior. Cada generación va en una espiral descedente.
La contemplación por lo tanto es un hábito que nos salva de la idolatría. En nuestro diario vivir podemos ejercitar este hábito. Quien deja de recordar lo que Dios ha hecho tarde o temprano encamina sus pies hacia otros dioses. El centro de la idolatría es decir “yo puedo tener el control”. Los dioses cananeos no se oponian, de hecho era mejor que hubiera mas dioses porque había mas oportunidades de controlarlos. Pero el Señor es un Dios celoso, Él es el único que quiere sostenernos, Él es quien quiere liberar a su pueblo con mano fuerte y brazo extendido. Somos presas de los idolos cuando nos resistimos a expulsar de en medio de nosotros estas maneras de pensar similares a las de Canaán.
Ira que educa
Ira que educa
C.S Lewis describe el cristianismo como un cambio radical. Cuando vamos al dentista esperamos que nos resanen el diente mas no que lo extraigan. Cuando llevamos el auto al hojalatero esperamos que resane el cofre mas no que lo quite (esto sería muy costoso). De esta manera cuando entramos en relación con Dios esperamos que tape algunos huecos en nuestra vida pero el resto puede quedarse como está. La Biblia en Isaías 45:9 “¡Ay del que contiende con su Hacedor! ¡Ay del que no es más que un tiesto entre los tiestos de la tierra! ¿Acaso el barro le reclama al alfarero: «¡Fíjate en lo que haces! ¡Tu vasija no tiene agarraderas!»?” Los seres humanos queremos decirle al Señor “hay algunos aspectos que si necesitan de ti, pero otros no, asi como están se encuentran bien”. El cristianismo de acuerdo a Lewis es la muerte al “yo” y dejar que Cristo sea encarnado en nosotros. Vivir una vida dedicada a la idolatría (nuevamente resaltar que detrás de la idolatría se encuentra la idea de poder gobernarnos) nos va a poner en circustancias que este capitulo describe perfectamente:
angustia (v.15)
opresion y aflicción (v.18)
El problema de idolatría es que es una espiral descendente, como lo expresa este pasaje: se corrompian mas que sus antepasados. La ira del Señor también tiene un proceso de formación en nuestras vidas. Esas malas rachas no son la prueba definitiva de que Dios no nos ama o que no puede perdonarnos. Lo que llamamos mala racha es también misericordia de parte de Dios quien como dice el v. 22 “las usaré para poner a prueba si somos capaces de guardar su camino y andar en Él”.
Llamado
No cometamos el mismo error que la nueva generación de Israel. La generación de Josué conservaba la sensibilidad para llorar por su falla, la nueva generación no, al contrario parece que ha encontrado un atajo para no tener que hacerlo. Pidamos perdón a Dios, pongamos en primer lugar su nombre y echemos de nosotros estas costumbres de alrededor, desechemos pactar con otros dioses y decidamos confiar solo en Él. Si ya estamos en medio de una prueba, levantemos el rostro y clamemos porque Dios nos permita guardar y andar en su camino. Dentro de la ira de Dios se encuentra su gran amor, su apego al pacto que alguna vez hizo con nosotros.