Jesús es la vid verdadera

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Saludo.
Josué 1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Juan 15:1-17
Son siete declaraciones de Jesús acerca de “Yo soy”. “Yo soy el pan de vida; Yo soy la luz del mundo; Yo soy la puerta; Yo soy el buen pastor; Yo soy la resurrección y la vida; Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Hoy, veremos el séptimo y último “Yo soy”, “Yo soy la vid verdadera”.
Jesús se presenta como la vid verdadera y Dios como el labrador, explicando la importancia de permanecer en Él para llevar frutos. Se enfatiza que solo a través de una relación constante con Cristo, los creyentes pueden tener vida y producir un fruto que glorifique a Dios. Las palabras de Jesús, “Permaneced en mí”, son una amorosa invitación a crecer en una relación con él.
Oro que este mensaje nos anime a permanecer unidos a la vid verdadera. Oremos.

1. Permanece en la vid verdadera (1-6)

1 Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.
Por decirlo de alguna manera, este es el último sermón de Jesús a sus discípulos. Comencemos aclarando que la vid es el árbol que tiene como fruto las uvas y os pámpanos a su vez, son las ramas que del que brotan las uvas. Jesús comienza esta enseñanza señalando que él es la vid verdadera, es decir genuina, la que da fruto conveniente según su especie. Una vid da uvas, no patillas o limones. Jesús es la vid verdadera porque su padre la plantó en el huerto, en esta tierra. Y todo aquel que haya esta viña, es injertado en ella y recibe la salvación.
Esta «vid» no es producto espontáneo de nuestra tierra, sino que ha sido plantada en la «viña» por el «agricultor» (labrador), que es el Padre. La vid que es Jesús fue plantada en la tierra cuando «el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Juan 1:14). El fruto de la vid honra a Dios y da gozo al hombre. Jesús es la vid genuina, en oposición a la falsa. En el Antiguo Testamento, Dios, como el agricultor, se preocupaba profundamente por Israel; cuidaba de ellos, les proveía, preparaba todo a la perfección para ellos, pero Israel no podía producir buenos frutos. Se suponía que ellos eran su pueblo elegido que debía dar frutos de justicia y bendecir a todos los pueblos de la tierra. Pero fracasaron una y otra vez. Por eso, es a la luz de este contexto del Antiguo Testamento que Jesús dice con valentía: “Yo soy la vid verdadera …” Dios sigue siendo el jardinero, pero a diferencia de la viña original, Israel, que no podía dar fruto, Jesús declara que él es la verdadera fuente de vida de la que todo el pueblo de Dios puede producir fruto.
2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.
Me llama mucho la atención que el Señor comienza esta enseñanza diciendo en el v.1 que él es el árbol verdadero y que su padre es el agricultor. Y antes de explicar a qué se refería concretamente, lo que hace a continuación es decir en el v.2 Él corta de mí toda rama que no produce fruto y poda las ramas que sí dan fruto, para que den aún más (NTV). Los creyentes son las ramas de ese árbol que es la vid y aunque las ramas son muchas, pueden permanecer unidas a la vid porque la vid tiene una raíz fuerte que es Jesús. Así también los cristianos, aunque son muchos, se encuentran en Cristo, que es el centro de la unidad cristiana. Cristo es la vid verdadera, la fuente de vida eterna. Jesús es la vid verdadera que sostiene y alimenta a sus discípulos, por eso es importante permanecer en él como única fuente de vida espiritual.
En este pasaje de la palabra fruto se repite muchas veces y es que el Señor espera que el cristiano de frutos. Pero en el Señor tenemos garantía que permaneciendo en él, daremos fruto, como lo veremos más adelante.
Permanecer en Jesús tiene mucho frutos, uno de ellos es que somos podados. La poda puede ser dolorosa y puede parecer injusto que Dios no solo corte las ramas que no dan fruto, sino que también pode o limpie las que sí dan fruto. Pero esto significa que nuestra vida cristiana no está completa en esta tierra; estamos en un viaje de santificación. La poda elimina el pecado y también elimina las cosas innecesarias de nuestra vida. Incluso las cosas que parecen estar produciendo mucho fruto a veces necesitan ser podadas para que seamos aún más fructíferos.
Veamos los v. 3-4 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Alguno podría preguntarse Cómo nos poda Dios? Y la respuesta está en el v.3 a través de su palabra. Dios usa su palabra para podarnos. Hebreos 4:12Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”
Ahora bien, ¿Por qué Jesús nos dice que permanezcamos en él? La respuesta es porque sólo a través de Jesús damos fruto. Jesús usa esta sencilla metáfora para mostrarnos claramente que él es la verdadera fuente de vida que produce fruto en nosotros.
Una vez conocí a una mujer cuya vida cambió radicalmente cuando se entregó a Jesús. Antes, vivía en medio de confusiones y decepciones. Sin embargo, al aceptar el amor de Dios, comenzó a ver frutos en su vida: paz, alegría y amor hacia los demás. Solo en Jesús encontramos la verdadera transformación y fruto.
Leamos el v.5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.
El dar frutos no depende de nuestros propios esfuerzos, sino que es el resultado de permanecer en Jesús. Por un lado, esto nos evita volvernos orgullosos como dice Romanos 11:18no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” Jesús promete que si permanecemos en él, naturalmente daremos fruto. Por lo tanto, el enfoque debe estar en permanecer en Jesús.
Al igual que una rama no puede sobrevivir sin la vid, así nuestras vidas espirituales se debilitan sin una relación constante con Jesús. Hay que esforzarse por permanecer en Cristo, para poder experimentar una transformación espiritual auténtica que glorifica a Dios.

2. Orando gozosos (7-11)

Titulé esta segunda parte de esta manera porque en estos versículos (7-11) se destacan la oración y el gozo. Ahora bien, de manera práctica ¿Cómo podemos permanecer en Jesús? Mediante la vida de oración y la meditación bíblica. Leamos los v.7-8 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.
Jesús dice “pedid” o, en otras palabras, “orad”. Puede parecer que la oración es un momento en el que llevamos nuestra lista de necesidades o deseos a Jesús. Pero en este pasaje, pedir es condicional; debemos permanecer en Jesús y sus palabras permanecen en nosotros. Esto transforma nuestras vidas de tal manera que la oración se convierte en un caminar con el Espíritu Santo. No se centra en lo que recibimos, sino en glorificar a Dios.
Jesús dice: “mis palabras” La Palabra de Dios es la verdad que moldea y guía nuestras vidas. A veces, incluso en nuestra vida de oración, podemos perdernos en nuestros propios pensamientos y opiniones. Por eso necesitamos la Biblia, la Palabra de Dios, para que nos guíe según la verdad. Meditar en la Biblia de manera personal o en un estudio bíblico, nos arraigará en la verdad del evangelio de Cristo. De esta manera, la vida de oración y la meditación bíblica son complementarias y ambas son necesarias para permanecer en Jesús. Además, podemos recibir la bendición de las oraciones contestadas.
El poder de la oración efectiva al permanecer en Cristo. Jesús promete que si permanecemos en Él, nuestras oraciones serán escuchadas y respondidas, lo que resulta en un gozo completo. Una vida de oración sincera y una conexión profunda con Cristo produce confianza y alegría.
Oro que esta palabra nos anime a fortalecer tu vida de oración como una vía para experimentar la plenitud del gozo en medio de las pruebas.
Ahora bien, ¿Por qué Jesús nos dice que permanezcamos en él? La respuesta es para tener una relación de amor con él, Jesús nos está diciendo que tengamos una relación con él, pero no solo una relación casual. Él usa esta enseñanza para describir una conexión de unión íntima. Esta unión íntima se detalla en los versículos 9 y 11:
9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
La razón por la que Jesús nos dice que permanezcamos en él es para que podamos entrar en la relación de amor que él tiene con Dios el Padre.
En África un misionero trabajo arduamente por muchos años y veía pocos resultados. Muchos se desanimaban, pero él perseveró. Dijo: Mi compromiso no es con el éxito, sino con permanecer en Jesús. Al final, más de mil personas entregaron su vida a Cristo. Permanecer en Jesús a menudo significa confiar y seguir adelante, incluso cuando no vemos lo que deseamos.
Me encanta la declaración del v.11 no sé qué cosas en su vida le causen alegría, pero el gozo del Señor está en nosotros. El gozo es el segundo elemento del fruto del Espíritu
Gál 5:22-23 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza.
La historia del rey David es un gran ejemplo de cómo el gozo puede persistir a pesar de las circunstancias. Siendo perseguido y viviendo momentos de gran angustia, él escribía salmos que reflejaban una confianza plena en Dios. Su fe le permitió expresar un gozo genuino, recordándonos que es posible encontrar alegría incluso en tiempos de prueba cuando nuestra confianza está en Dios.

3. Practica el verdadero amor (12-17)

12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Acá el Señor les recuerda a los discípulos el nuevo mandamiento que vimos hace algunas semanas: ámense unos a otros, como yo los he amado. Cuando examinamos la vida de Jesús, su amor no fue sólo para una persona; fue derramado a todas las personas. Por lo tanto, debemos obedecer el mandato de Jesús para llegar a la plena realización de nuestra vida cristiana. De lo contrario, ¿podemos decir verdaderamente que tenemos el amor de Jesús? Recordemos 1 Juan 3:18 Queridos hijos, que nuestro amor no quede sólo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones (NTV).
En los días de la antigua Roma, los cristianos eran perseguidos. Sin embargo, se encontraron entre sí para compartir lo poco que tenían. Ellos recibieron a los necesitados, mostrando amor en sus actos. Este amor no reconocido por el mundo se convirtió en la luz que atrajo a otros a Cristo, demostrando que incluso en la adversidad, amarse unos a otros es el fundamento de la fe.
Permanecer en Jesús tiene muchos beneficios, entre ellos, damos fruto que perdura. Leamos el v.16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
¿Cuáles son estos frutos? Son visibles pero difíciles de medir. Gálatas 5:22-23 nos proporciona una buena descripción: Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Cuando observamos detenidamente estos frutos, vemos que son relacionales. Son un testimonio de las palabras de Jesús: “Permaneced en mí” y de su mandato de amarnos unos a otros. Además, son frutos que perdurarán. A través de Jesús, estos frutos se producen incluso en las situaciones más difíciles e incluso entre nuestros enemigos.
Una vez más les digo que permanecer en Jesús tiene muchos beneficios, entre ellos también, nos convertimos en amigos de Jesús. Los v.14-15 dicen Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. Este no es el evangelio de la salud y la prosperidad, sino una vida de discipulado. Obedecer a Jesús refleja nuestro amor a Jesús y nos hace su amigo, obtenemos propósito en nuestras vidas y nos ponemos en sintonía con él.
17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
El amor que proviene de permanecer en Cristo, nos capacita para amar a los demás incondicionalmente. Jesús nos llama a amar de la misma manera que Él nos ha amado. Este llamado es una manifestación del fruto que resultará de estar conectados a la vid verdadera.
Oro que nos animemos a poner en práctica el amor sacrificial de Cristo en nuestras relaciones cotidianas, demostrando así el verdadero significado de ser sus discípulos.
Conclusión
Nuestra capacidad de dar fruto en la vida cristiana depende de nuestra relación íntima con Jesús. Sin esa conexión, nuestras obras y esfuerzos son en vano, pero en Cristo, somos capaces de alcanzar los planes que Dios tiene para nosotros.
Esta palabra nos ayuda a entender la necesidad de una conexión constante con Cristo diariamente. En tiempos de dificultad y desánimo, podemos recibir fortaleza al mantenernos en la vid (Jesús) y esto permitirá enfrentar las luchas con esperanza y confianza.
Aplicaciones:
1) Permanece en Jesús
Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo de cristianos se reunió en un sótano para adorar a pesar de los bombardeos. A través del riesgo y los temores, permanecieron firmes en su fe, sabiendo que su verdadero refugio estaba en Cristo. Con cada himno, fortalecieron su compromiso y alentaron a otros a permanecer fieles a su fe. Su historia es un ejemplo potente de cómo el permanecer en Jesús trae consuelo y esperanza, incluso en tiempos de caos.
Qué implica para ti permanecer en Jesús en este tiempo?
Has enfrentado dudas? Busca a Jesús con fervor
2) Orar es importante
En la Biblia, encontramos la historia de Ana, una mujer que anhelaba tener un hijo. Su dolor era profundo, pero ella oraba con fervor y sinceridad cada día. Dios escuchó su clamor y, tras su oración, le dio a Samuel, quien se convirtió en un gran profeta. Ana no solo recibió lo que deseaba, sino que su oración transformó su vida y la de su pueblo. Esto nos enseña que la oración tiene el poder de cambiar no solo nuestra situación, sino también nuestro destino.
Cómo está tu vida de oración actualm?
Cuando piensas en orar y no lo haces, qué antepones?
Guardas o atesoras oraciones contestadas? escribelas, colocalas en un lugar visible. Eso te animará a seguir orando.
3) Practica el amor
El amor debe ser practico: tu hno, a tu projimo, tu suegra, a Dios.
Te cuesta amar?
Tu amor es condicional?
Mi invitación esta mañana es animarles a Permanece en Jesús. Preparando el mensaje me vino a la mente el término “zarandear”. Zarandear es agarrar a alguien por los hombros o los brazos moviéndolo con violencia. Esta no es una palabra desconocida para nuestros. La vida te va a zarandear, los problemas, la gente, tus hnos en la fe, incluso Dios y más cuando te poda para que lleves más fruto. Pero debes permanecer en Jesús. Permanece en JE´sus porque alejado de él nada podrás hacer.
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