La humildad y el servicio
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· 2 viewsEl ejemplo de Jesús de lavar los pies a sus discípulos implica la manifestación de la humildad, virtud que todos los cristianos debemos manifestar.
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La humildad y el servicio
La humildad y el servicio
Advertencia
Advertencia
Esta semana inicia el carnaval, una fiesta pagana de origen demoniaco, su objetivo desde los inicio ha sido darle rienda suelta a los deseos de la carne.
Por tanto no es conveniente que participemos de ella.
No es una prohibición que me conviene o que sirve para tener dominio sobre ustedes, es una advertencia que les conviene para que no sean contaminados.
Apocalipsis 18:4 “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;”
Mensaje
Mensaje
Juan 13:3–15 (RVR60)
“3sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, 4se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. 5Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. 6Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? 7Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. 8Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. 9Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 10Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. 11Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho? 13Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy. 14Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”
Introducción
Introducción
Esta es una de las últimas actividades que El Señor realiza con sus discípulos antes de ir a la cruz. Se reunieron para la preparación de la pascua que se celebraba el día siguiente, pero ahí establece la ordenanza de la cena del Señor.
Antes de la pascua todo los israelitas debía purificarse, lo hacían bañándose.
De manera que, ante de participar de la cena solo era necesario lavarse los pies sucios por el polvo. Juan 13:10 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.” Lo dijo literalmente pero también metafórica por Judas.
El lavamiento de pies es una acción ejemplar que impactó a sus discípulos y que les enseñó más que mil palabras.
El ejemplo es más poderoso que los regaños y aun los consejos.
El orgullo de los discípulos
El orgullo de los discípulos
Posiblemente había un conflicto ético en ellos por presentarse a comer con los pies sucios, ellos no acostumbraban comer en mesas sino recostados en el suelo.
Culturalmente los discípulos debían servir a sus maestros, pero no les lavaban los pies.
Además, ellos discutieron minutos antes quién era el mayor. Lucas 22:24 “Hubo también entre ellos una disputa sobre quién de ellos sería el mayor.” En ese momento nadie querría humillarse lavar los pies.
El orgullo es distorsión o defecto del carácter, es tener arrogancia, vanidad y exceso de estimación propia (R.A.E).
De manera que El Señor tomó una toalla y un lebrillo, desató sus sandalias y se dispuso lavarles los pies.
Lavar los pies era una tarea que hacían los esclavos, ninguna persona libre, ningún maestro o gobernante lo haría.
El Señor no le importó hacerlo porque era denigrante ante los ojos del hombre pero no ante los ojos de Dios. Nos enseña que debemos seguir los principios del reino y no los del mundo.
Por eso debemos renovar nuestra mente porque algunos principios que son denigrantes para el mundo son honrosos para Dios y viceversa.
Juan El Bautista resalta la honra y majestad del Señor cuando declara: Juan 1:27 “Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.” Juan ante Jesús se consideraba aun menos que un esclavo.
De manera que lavarle los pies fue alarmante para los discípulos (especialmente a Pedro).
Hoy para nosotros no es tan humillante, pues un doctor podólogo, enfermera o un pedicurista lo haría.
Hacerlo en la iglesia se tomaría un acto religioso sin mucho impacto social como lo tuvo en la época.
El objetivo de Jesús no era hacer sentir mal a sus discípulos (aunque lo hizo) sino darles a ellos y nosotros ejemplo de humildad:
Juan 13:15 “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”
El acto más grande de humildad del Señor fue venir al mundo y entregar su vida en la cruz:
Filipenses 2:5–8 “5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
La humildad
La humildad
Jesús nos dio ejemplo de humildad.
Pero ¿Qué entendemos por humildad?
Va más allá de vestimenta modesta o un tono de voz de sumisión, no es estar pobreza, tampoco tener baja autoestima o complejos de inferioridad.
La humildad es la actitud correcta de nosotros mismos. Reconocer nuestro lugar como criatura de Dios, nuestra condición de pecado y que somos tan falibles como todo ser humano. Es opuesta a la presunción, vanidad u orgullo.
Romanos 12:3 (NTV) “Basado en el privilegio y la autoridad que Dios me ha dado, le advierto a cada uno de ustedes lo siguiente: ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado.”
La humildad es reconocer nuestras limitaciones, nuestra dependencia de recursos esenciales, de que necesitamos la ayuda de otros, sobre todo reconocer que dependemos de Dios.
La humildad no es creerse superior a los demás pero tampoco es creerse inferior a los demás, sino considerarnos miembros de una comunidad que nos necesitamos unos a otros.
Jesús sabía quien era por eso no le preocupaba la opinión distorsionada del mundo y no hacía ningún esfuerzo por agradarlos: Juan 13:3 “sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba,”
De manera que la humildad es tener una personalidad y carácter correcto, sano y sin defectos, es saber quienes somos y a donde vamos (el orgullo es un defecto y una enfermedad que es producida por la inseguridad).
Es aquí donde radica la naturaleza de la humildad, y es el servicio.
La humildad se expresa en el deseo de servir a Dios y al prójimo, es interesarse en los demás. 1 Corintios 10:24 “Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.”
Cuando Jesús se humilló a servir realmente estaba siendo exaltando por el Padre: Mateo 23:11–12 “11El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Este es el principio del reino de los cielos.
El servicio
El servicio
Nos gusta que nos sirvan pero nos resistimos a servir.
Pero el servicio es un mandato de Dios: Gálatas 5:13 “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.”
Los mandamientos de Dios no son para hacernos la vida difícil o incómoda sino para edificarnos, para restaurar nuestra naturaleza santa.
La exhortación del Señor al servicio no es un castigo o penitencia, sino que es la naturaleza del cristiano nacido de nuevo.
En el servicio somos mejores, crecemos y maduramos como cristianos.
Si nos esforzamos por el bienestar de las demás esto provocará el bienestar nuestro.
También cumplir el mandato de Dios traerá bendición grande a nuestra vida espiritual, la gloria de Dios se manifestará y seremos llenos de gozo, satisfacción y paz.
La humildad se manifiesta en el servicio.
Si somos infelices y con frustraciones estamos haciendo las cosas al revés, en lugar de esperar que nos sirvan debemos servir, en lugar de esperar que nos ayuden ayudemos, allí veremos la mano de Dios.
Conclusión
Conclusión
Jesús no solamente nos dio ejemplo de humildad y de servicio sino que también de amor y perdón.
Juan 13:10–11 “Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos. Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.”
Jesús sabía que Pedro lo traicionaría, aun así con amor y humildad lavó sus pies, quizá este recuerdo lo atormentaba cuando entregó al Señor.
El Señor nos manda a lavarnos los pies unos a otros: Juan 13:14 “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.”
Hoy día no buscamos hacer una ceremonia de lavado de pies en la iglesia. No tiene mucho sentido porque la emoción pasa y seguimos igual.
Pero cuando disponemos nuestra vida a servir estamos lavándoles los pies a nuestro hermano, estamos obedeciendo el mandato del Señor.
Aunque servimos con el objetivo de agradar a Dios, el servicio lo hacemos a nuestro hermano: Mateo 25:34–40 “34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”
Si quieres crecer en el evangelio procura crecer en humildad y servicio, despójate de todo orgullo o sentimiento de inferioridad y disponte a servir a Dios y a tu iglesia.