Hagamos las cosas bien #2
15 Eliseo le dijo:
—Consigue un arco y algunas flechas.
Y el rey hizo lo que se le indicó. 16 Luego Eliseo le dijo:
—Pon tu mano sobre el arco.
Eliseo puso sus dos manos sobre las manos del rey. 17 Luego le ordenó:
—Abre la ventana que da al oriente.
Él la abrió, y Eliseo le dijo:
—¡Dispara!
Así que el rey disparó una flecha y Eliseo proclamó:
—
1 Pero ahora, oh Jacob, escucha al SEÑOR, quien te creó.
Oh Israel, el que te formó dice:
«No tengas miedo, porque he pagado tu rescate;
te he llamado por tu nombre; eres mío.
2 Cuando pases por aguas profundas,
yo estaré contigo.
Cuando pases por ríos de dificultad,
no te ahogarás.
Cuando pases por el fuego de la opresión,
no te quemarás;
las llamas no te consumirán.
3 Pues yo soy el SEÑOR, tu Dios,
el Santo de Israel, tu Salvador.
Yo di a Egipto como rescate por tu libertad;
en tu lugar di a Etiopía y a Seba.
4 Entregué a otros a cambio de ti.
Cambié la vida de ellos por la tuya,
porque eres muy precioso para mí.
Recibes honra, y yo te amo.
5 »No tengas miedo, porque yo estoy contigo.
Te reuniré a ti y a tus hijos del oriente y del occidente.
6 Les diré al norte y al sur:
“Traigan a mis hijos e hijas de regreso a Israel
desde los rincones más lejanos de la tierra.
7 Traigan a todo el que me reconoce como su Dios,
porque yo los he creado para mi gloria.
Fui yo quien los formé”».
8 Saquen a la gente que tiene ojos pero está ciega;
que tiene oídos pero está sorda.
19 Pues estoy a punto de hacer algo nuevo.
¡Mira, ya he comenzado! ¿No lo ves?
Haré un camino a través del desierto;
crearé ríos en la tierra árida y baldía.
20 Los animales salvajes de los campos me darán las gracias,
y también los chacales y los búhos,
por darles agua en el desierto.
Sí, haré ríos en la tierra árida y baldía,
para que mi pueblo escogido pueda refrescarse.
21 Yo hice a Israel para mí mismo,
y algún día me honrará delante del mundo entero.
22 »Sin embargo, querida familia de Jacob, tú te niegas a pedirme ayuda.
¡Oh Israel, te has cansado de mí!
23 No me has traído ovejas ni cabras para ofrendas quemadas.
No me has honrado con sacrificios,
aun cuando no te he agobiado ni fatigado
con exigencias de ofrendas de granos y de incienso.
28 Uno de los maestros de la ley religiosa estaba allí escuchando el debate. Se dio cuenta de que Jesús había contestado bien, entonces le preguntó:
—De todos los mandamientos, ¿cuál es el más importante?
29 Jesús contestó:
—El mandamiento más importante es: “¡Escucha, oh Israel! El SEÑOR nuestro Dios es el único SEÑOR. 30 Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. 31 El segundo es igualmente importante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo
1 Sanbalat, Tobías, Gesem el árabe y los demás enemigos nuestros descubrieron que yo había terminado la reconstrucción de la muralla y que no quedaba ninguna brecha; a pesar de que todavía no habíamos levantado las puertas en sus respectivos lugares. 2 Así que Sanbalat y Gesem enviaron un mensaje pidiéndome que me encontrara con ellos en una de las aldeas de la llanura de Ono.
Pero me di cuenta de que ellos tramaban hacerme daño, 3 de modo que les respondí con el siguiente mensaje: «Estoy ocupado en una gran tarea, así que no puedo ir. ¿Por qué habría de dejar el trabajo para ir a encontrarme con ustedes?».
4 Cuatro veces me enviaron el mismo mensaje, y cada vez les respondí lo mismo.
14 Cuando Jesús bajó de la barca, vio a la gran multitud, tuvo compasión de ellos y sanó a los enfermos.
15 Esa tarde, los discípulos se le acercaron y le dijeron:
—Este es un lugar alejado y ya se está haciendo tarde. Despide a las multitudes para que puedan ir a las aldeas a comprarse comida.
16 Jesús les dijo:
—Eso no es necesario; denles ustedes de comer.
17 —¡Pero lo único que tenemos son cinco panes y dos pescados! —le respondieron.
18 —Tráiganlos aquí —dijo Jesús.
19 Luego le dijo a la gente que se sentara sobre la hierba. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró hacia el cielo y los bendijo. Después partió los panes en trozos y se los dio a sus discípulos, quienes los distribuyeron entre la gente. 20 Todos comieron cuanto quisieron, y después los discípulos juntaron doce canastas con lo que sobró. 21 Aquel día, ¡unos cinco mil hombres se alimentaron, además de las mujeres y los niños!
5 Más tarde, cuando ya habían cruzado al otro lado del lago, los discípulos descubrieron que se habían olvidado de llevar pan. 6 «¡Atención! —les advirtió Jesús—. Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de los saduceos».
7 Al oír esto, comenzaron a discutir entre sí pues no habían traído nada de pan. 8 Jesús supo lo que hablaban, así que les dijo: «¡Tienen tan poca fe! ¿Por qué discuten los unos con los otros por no tener pan? 9 ¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco mil que alimenté con cinco panes y las canastas con sobras que recogieron? 10 ¿Ni los cuatro mil que alimenté con siete panes ni las grandes canastas con sobras que recogieron? 11 ¿Por qué no pueden entender que no hablo de pan? Una vez más les digo: “Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos”».
12 Entonces, al fin, comprendieron que no les hablaba de la levadura del pan, sino de las enseñanzas engañosas de los fariseos y de los saduceos.