Esclavos del pecado o siervos de Cristo
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· 2 viewsLa misericordia de Dios se manifiesta para abrir los ojos del entendimiento de las personas y puedan comprender su condición lamentable de condenación.
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Esclavos del pecado o siervos de Cristo
Esclavos del pecado o siervos de Cristo
Romanos 6:16–18 (RVR60)
16¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Introducción
Introducción
La humanidad considera que el pecado es algo subjetivo, un concepto que puede manejar a su conveniencia y propia opinión. Otros lo consideran un invento de la religión para tener controlada la mente de las personas.
Sin embargo, el pecado es un mal que ha contaminado no solo a la humanidad sino que a toda la creación, de tal manera que el destino de todo es la destrucción y castigo eterno.
Es tan normal que la conciencia se ha cauterizado y consideran al pecado algo natural parte de su carácter y personalidad.
El peor efecto o síntoma del pecado es que ciega el entendimiento de la gente para que no reconozcan su necesidad de salvación.
En los idiomas bíblicos hay varias palabras que describen el pecado, pero la principal es el Hebreo: Jatá = errar al blanco, desviarse del camino.
El pecado es revelarse contra la instrucción de Dios, de manera que pecado no es lo que yo determino sino lo que Dios determina.
Por esa razón Dios ha nos ha dado su Palabra para instruirnos sobre el pecado. Romanos 7:7 (NTV) “ Ahora bien, ¿acaso sugiero que la ley de Dios es pecaminosa? ¡De ninguna manera! De hecho, fue la ley la que me mostró mi pecado. Yo nunca hubiera sabido que codiciar es malo si la ley no dijera: «No codicies».”
También nos revela las consecuencias del pecado: Romanos 6:23 “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Si llegásemos a entender esto sin la ayuda de Dios… ¿tendríamos la capacidad para renunciar al pecado voluntariamente y sin ayuda?
Libre albedrío
Libre albedrío
En el año 383 a.C. El teólogo Pelagio enseñaba que el hombre tiene la capacidad de salvarse por su propia voluntad sin la intervención del Dios, debido al libre albedrío.
El libre albedrío consiste en la libertad de tomar las decisiones que queramos, hacer lo que queramos, decir lo que queramos e ir a donde queramos, sin ninguna influencia o presión.
Consideremos a la luz de la Palabra de Dios el libre albedrío.
En primer lugar, el hombre sin Cristo es esclavo: Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
Un esclavo no tiene libertad para tomar sus desiciones propias, está sujeto a la voluntad de su amo.
El hombre que se entrega a los vicios piensa que tiene libertad, pero es esclavo del vicio.
De manera que su libre albedrío está restringido a la voluntad de los deseos del pecado.
Por otro lado, toda decisión que tomamos lo hacemos con un propósito, no tomamos decisiones al azar sin ninguna influencia, sino que analizamos nuestra decisiones, de manera que nuestra voluntad está influenciada y restringida a la conveniencia de nuestras necesidades.
Podría alguien decir que somos libres de escoger o rechazar a Cristo, pero no podemos hacerlo porque nuestra mente está obscurecida: 2 Corintios 4:4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
A menos que Dios abra los ojos de nuestro entendimiento: Efesios 1:17–18 “17para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,”
No tenemos la capacidad de renunciar al pecado sin la intervención del Espíritu Santo: Juan 16:8 “Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.”
Y sin la voluntad de Dios: Juan 6:44 “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”
De manera que, si alcanzamos la salvación es por la gracia y misericordia de Dios y no por nuestra propia voluntad.
Nuestro libre albedrío esta restringido a la voluntad destructora del pecado o a la voluntad salvadora de Cristo.
Esclavos al pecado
Esclavos al pecado
Romanos 6:16 “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?”
Esclavizados por el pecado estamos bajo el dominio de Satanás, alejados de la gracia de Dios. Toda nuestra cosmovisión o realidad estaba influenciada por el pecado, que es lo único que conocemos y de lo que está rodeado el mundo.
Para nosotros el pecado era lo correcto, lo bueno, lo ideal o lo normal, no imaginábamos una vida diferente, porque éramos ignorantes de la verdad espiritual, vivíamos en tiniebla espiritual, cegados por las mentiras de Satanás.
Estábamos resignados aunque insatisfechos de la vida que llevábamos, hasta que Cristo nos iluminó con su evangelio.
Entonces comprendimos la realidad del pecado y sus terribles consecuencias.
Éramos respetuosos de las leyes civiles y hasta las reglas morales, pero no comprendíamos que el pecado no se limitaba a respetar esas reglas.
Hasta que comprendimos que lo que hacíamos no era por voluntad sino por influencia del pecado, maldicientes, rencorosos, murmuradores, ofensivos, codiciosos, avaros, lujuriosos.
El poder del pecado era tan fuerte que no podíamos liberarnos de él pues aun nuestra voluntad estaba dominada por el pecado. 1 Corintios 6:9–11 “9¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 11Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.”
Siervos de Cristo
Siervos de Cristo
Romanos 6:17–18 “Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.”
Dios en su misericordia nos salvó y nos libertó de la esclavitud del pecado.
Ahora no somos esclavos (servicio forzado), sino siervos de Cristo (servicio voluntario).
La libertad en Cristo no significa que podemos hacer lo que queramos, pues nuestra carne aun está desviada a lo malo: Romanos 7:18–19 “18Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Aun debemos mortificar el pecado, es decir, morir al pecado, resistir al diablo y las tentaciones.
Gálatas 5:17 “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.”
La libertad en Cristo significa que no somos más dominados por el pecado, nuestro libre albedrío se amplía un poco más, pues ahora tenemos la capacidad en Cristo de resistir al pecado.
Ahora en Cristo somos llamados sus hijos, sus amigos, pero también sus siervos, somos llamados a servir a Cristo por amor, porque nos amó y para liberarnos del pecado entregó su vida en la cruz.
Alguien podría decir: que chiste salir de la esclavitud del pecado para ser siervos de Cristo, yo quiero ser totalmente libre.
Esto no es posible porque somos seres totalmente dependientes, aun estando en pecado somos dependientes de Dios quien nos da el aire, el sol y la lluvia.
No podríamos dirigir nuestra vida totalmente solos, no tenemos la capacidad ni los recursos, seríamos presa fácil del pecado, necesitamos de Cristo.
El servicio que ofrecemos a Cristo no es obligatorio sino voluntario, por amor; porque comprendemos su sacrificio de amor.
El servicio que le ofrecemos no es denigrante sino honroso y beneficioso: Romanos 8:5–6 “5Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. 6Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.”
Cristo no es un dictador que nos rescata del pecado para oprimirnos con trabajo forzado, al contrario, la carga de Cristo trae descanso y paz: Mateo 11:28–30 “28Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Conclusión
Conclusión
Satanás tiene engañada a la humanidad haciéndoles creer que el pecado no es malo, sino el disfrute pleno de su vida.
Las personas esclavizadas por los deseos de la carne aceptan ciegamente esta mentira, no saben que el pecado es un cáncer que destruye su vida y la conduce al sufrimiento eterno.
Aquí y ahora tenemos la oportunidad de ser libres del pecado y ser salvos.
En la tierra estamos en el punto medio entre el cielo y el infierno, las cosas buenas que nos suceden son un probadita del cielo, y las cosas malas son una probadita del infierno.
Los placeres de este mundo no se comparan con la gloria de Cristo, y los sufrimientos de este mundo no se compara con el dolor eterno del infierno.
Es mejor renunciar al pecado, rendir tu vida a Cristo, es mentira del diablo que no puedes vivir sin ese pecado, puedes vivir aun mejor, porque con Cristo hay paz, descanso y libertad.
Deuteronomio 30:19 “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;”