profeta Joel
El nombre Joel (heb., Yoel) significa “Jehová es Dios”.
Ojalá todo el pueblo de Jehová fuese profeta, y que Jehová pusiera su espíritu sobre ellos” (Nm. 11:29). El día de Pentecostés marcó el comienzo del cumplimiento.
era hijo de Petuel o Bethuel (LXX). El significado del nombre del padre es “franqueza” o “sinceridad de Dios”
Ésta es la palabra del SEÑOR, que vino a Joel hijo de Petuel.
¡Oigan esto, ancianos del pueblo!
¡Presten atención, habitantes todos del país!
¿Alguna vez sucedió cosa semejante
en sus tiempos o en los de sus antepasados?
Cuéntenselo a sus hijos,
y que ellos se lo cuenten a los suyos,
y éstos a la siguiente generación.
Lo que dejaron las langostas grandes
lo devoraron las langostas pequeñas;
lo que dejaron las langostas pequeñas
se lo comieron las larvas;
y lo que dejaron las larvas
se lo comieron las orugas.
¡Despierten, borrachos, y lloren!
Giman, todos los entregados al vino,
porque el vino dulce les fue arrebatado de los labios.
Una nación poderosa e innumerable
ha invadido mi país:
tiene dientes de león,
colmillos de leona.
Asoló mis vides,
desgajó mis higueras.
Las peló hasta dejar blancas sus ramas;
¡las derribó por completo!
Mi pueblo gime como virgen vestida de luto
por la muerte de su prometido.
Las ofrendas de cereales y las libaciones
no se ofrecen ya en la casa del SEÑOR.
Hacen duelo los sacerdotes,
los ministros del SEÑOR.
Los campos yacen devastados,
reseca está la tierra;
han sido arrasados los cereales,
se ha secado el vino nuevo
y agotado el aceite.
Séquense también ustedes, labradores;
giman, viñadores,
por el trigo y la cebada,
porque se ha perdido la cosecha de los campos.
La vid se marchitó;
languideció la higuera;
se marchitaron los granados,
las palmeras, los manzanos,
¡todos los árboles del campo!
¡Y hasta la alegría de la gente acabó por marchitarse!
Vístanse de duelo y giman, sacerdotes;
laméntense, ministros del altar.
Vengan, ministros de mi Dios,
y pasen la noche vestidos de luto,
porque las ofrendas de cereales y las libaciones
han sido suspendidas en la casa de su Dios.
Entréguense al ayuno,
convoquen a una asamblea solemne.
Reúnan a los ancianos del pueblo
en la casa del SEÑOR su Dios;
reúnan a todos los habitantes del país,
y clamen al SEÑOR.
¡Ay de aquel día, el día del SEÑOR, que ya se aproxima!
Vendrá como devastación de parte del Todopoderoso.
¿No se nos arrebató el alimento
ante nuestros propios ojos,
y la alegría y el regocijo
de la casa de nuestro Dios?
La semilla se pudrió
a pesar de haber sido cultivada.
Los silos están en ruinas
y los graneros derribados
porque la cosecha se perdió.
¡Cómo brama el ganado!
Vagan sin rumbo las vacas
porque no tienen donde pastar,
y sufren también las ovejas.
A ti clamo, SEÑOR,
porque el fuego ha devorado los pastizales de la estepa;
las llamas han consumido todos los árboles silvestres.
Aun los animales del campo te buscan con ansias,
porque se han secado los arroyos
y el fuego ha devorado los pastizales de la estepa
La mayor parte de los libros y comentarios se refieren a la plaga de langostas de 1915 en Jerusalén como una vívida descripción de lo que ha de haber ocurrido en los días de Joel.
Antes que se vieran las langostas se oyó un fuerte ruido, producido por la agitación de miríadas de alas de langostas y parecido al sonido distante de las olas (cf. Ap. 9:9). El sol se oscureció repentinamente. Cayeron tupidos y ligeros chaparrones de sus excrementos, parecidos a los de los ratones. Su elevación sobre la tierra a veces era de centenares de pies; otras veces volaban muy bajo, aterrizando en grupos separados. “En Jerusalén al menos”, dijo un testigo, “llegaban inevitablemente del nordeste, yendo hacia el sudoeste, estableciendo la exactitud del relato de Joel en el capítulo 2:20”. Fueron capturadas toneladas y enterradas vivas; muchas fueron arrojadas en cisternas o al mar Mediterráneo, y cuando eran arrojadas a la orilla, eran recogidas, secadas al sol, y luego usadas como combustible en los baños turcos…
Oíd palabra de Jehovah
1:1–14
Introducción: Una de las características del profeta verdadero era el cumplimiento de su predicción. La “palabra de Jehovah” que venía a él y la anunciaba, tendría que ver con un cumplimiento a corto, mediano o largo plazo. En esta profecía los hombres a quienes iba dirigida serían testigos de una calamidad nacional comprobada durante sus días. ¿Quiénes deben oír esta palabra?
I. Deben oírla los ancianos, v. 2.
II. Deben oírla los hijos, nietos y demás generaciones, v. 3. Con esto se asegura la enseñanza, corrección y advertencia de lo que sucedió en el pasado.
III. Deben oírla los ministros del Señor, vv. 9, 13. Ellos son los representantes del culto. Son ellos los que deben orientar en los días de angustia y calamidad.
IV. Deben oírla los impíos, v. 5. Representados aquí por los borrachos. Ellos deben saber que el juicio de Dios les incluye.
Conclusión: Aquí la “palabra de Jehovah” es la advertencia para todos. Debe ser oída porque el juicio está muy cerca.